Recubrimientos Electro-Cerámicos
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Los Recubrimientos Electro-Cerámicos (ECC) BONDERITE consiguen un rendimiento excepcional gracias a sus soluciones innovadoras

BONDERITE, líder mundial en recubrimientos funcionales, ha desarrollado una tecnología de depósito electrolítico por plasma que permite el tratamiento de aleaciones de aluminio y titanio. Este recubrimiento − una capa de óxido de titanio de 2 a 20 micras − ofrece una excelente protección contra la corrosión.

La tecnología electrocerámica, destinada a reemplazar tecnologías como la anodización crómica o la fosfatación de zinc y níquel, es capaz de aguantar las condiciones más extremas en términos de corrosión, abrasión y temperatura. BONDERITE, cuyos productos representan las principales tecnologías de tratamiento de superficies y soluciones para los procesos productivos, cuenta con una gama de recubrimientos electro-cerámicos multifuncionales, en base de óxido de titanio, que protegen las piezas de aluminio y titanio más sensibles. La marca ha desarrollado una tecnología de depósito electrolítico por plasma que permite el tratamiento de aleaciones de aluminio y titanio. Este recubrimiento, que consiste en una capa de óxido de titanio de 2 a 20 micras, según las especificaciones, ofrece una excelente protección contra la corrosión, una dureza similar o superior a la anodización dura y es compatible con REACH y ROHS.

Los Recubrimientos Electro-Cerámicos (ECC) BONDERITE aumentan la eficacia de las aplicaciones, ahorran costes de procesos y permiten la sustitución de las piezas de acero por otras más ligeras. Además, su aplicación permite aumentar significativamente la vida útil de las piezas tratadas y facilita las operaciones de fabricación. Esto aporta una ventaja competitiva en la fabricación industrial, a la vez que se cumplen los estrictos requisitos medioambientales, tanto de hoy como para el futuro. Al utilizar estos tratamientos, las piezas adquieren propiedades funcionales: anticorrosivas, antifricción y mayor resistencia térmica. En la actualidad, estos recubrimientos tienen una amplia aplicación en la industria marina, la iluminación exterior, los componentes de motores y la electrónica.

Tratamiento simple y rápido

Los Recubrimientos Electro-Cerámicos (ECC) BONDERITE permiten tratar metales ligeros como aluminio, titanio y sus respectivas aleaciones, así como depósitos de aluminio mediante pulverización y chapado a través de un proceso muy sencillo. Tras realizar un desengrasado alcalino, las piezas se enjuagan y sumergen en un electrolito a temperatura ambiente. El electrolito, a base principalmente de fluoruro de titanio, no contiene metales pesados y es compatible con la legislación REACH y ROHS. El tratamiento se realiza mediante corriente pulsada, que permite depositar, por medio de microarcos y en solo de 1 a 5 minutos, una capa de óxido de titanio extremadamente homogénea en toda la superficie de la pieza.

Propiedades más destacadas

La tecnología de depósito por plasma electrolítico permite crear una capa protectora que ofrece excelente resistencia a la corrosión incluso en las condiciones más duras. Este proceso abre nuevas opciones, particularmente en el campo de los recursos marinos y offshore. Además, gracias a su dureza excepcional en el intervalo de 400 a 1000 Vickers, esta tecnología permite sustituir la anodización dura o incluso reemplazar piezas de acero por otras de aluminio tratado con los Recubrimientos Electro-Cerámicos (ECC) BONDERITE y, de ese modo, reducir el peso. Asimismo, esta tecnología aporta considerables beneficios al campo de los motores. La rugosidad y, por lo tanto, el coeficiente de fricción del recubrimiento es particularmente bajo, por lo que es posible combinarlo con un lubricante para obtener una excelente durabilidad de los pistones.

Si a esto se le suma su alta resistencia a los disolventes, la abrasión y la temperatura (muy por encima del punto de fusión del aluminio, 660 °C), la conclusión es que la tecnología de los Recubrimientos Electro-Cerámicos (ECC) BONDERITE permite reducir significativamente el desgaste de los materiales y, en consecuencia, los costes de mantenimiento, aumentando así la vida útil de los componentes.