Discurso del presidente – Vicente Lafuente 

11 de noviembre de 2014

Hble. Conseller de Economía, Industria, Turismo y Empleo, autoridades empresariales, políticas y sindicales, Universidades, miembros del Comité Ejecutivo de FEMEVAL, empresarias y empresarios, estimados amigos y amigas:

Quisiera empezar mi intervención en esta decimotercera edición de los Premios Femeval, felicitando a los verdaderos protagonistas de esta noche. A las empresas premiadas, que con su trabajo y esfuerzo nos marcan un camino de referencia para el resto de empresas del sector.

Habitualmente, en el discurso institucional de los Premios, solemos hacer un balance del entorno económico, social y político que influye en nuestra economía. Precisamente, hace un año, en este mismo foro, comentaba que aun sabiendo cuáles eran los problemas que impedían nuestra recuperación, en muy pocos casos habíamos avanzado. Y en otros, habíamos empeorado.

365 días después, mi discurso podría ser el mismo, pero con un matiz. Pese al importante esfuerzo que estamos haciendo todas las empresas, y a los incipientes datos de recuperación que detectábamos hace pocos meses, la confianza, y el panorama económico se ha ensombrecido debido a todos los casos de corrupción que han ido aflorando.

Estos casos están agudizando la situación con comportamientos poco ejemplares que vapulean nuestra marca como país. Estamos proyectando una imagen más proclive al desmán y al descontrol económico, que al esfuerzo. Por ello, debemos pedir a nuestros representantes políticos, económicos y sociales, que trabajen para los ciudadanos, las empresas, la industria… porque es lo que la sociedad necesita, y que sus declaraciones públicas no se centren únicamente en pedir perdón, y en eludir el bulto de la responsabilidad.

No nos podemos permitir que sólo traten de hacer frente a los casos de corrupción y que únicamente tengan el foco puesto en las próximas elecciones para asegurar su continuidad.

Porque es, precisamente, esta codicia de unos pocos, que ya suman unos muchos, unida a la economía sumergida, la que está hipotecando nuestro futuro, al obligar al Estado a recortar en inversiones, en prestaciones sociales o en infraestructuras, en detrimento del bienestar general y de políticas de empleo.

Toda esta situación lo que nos provoca es desconfianza, desasosiego y, por qué no decirlo, frustración. Como empresarios, intentamos sacar nuestras empresas adelante, mantener los puestos de trabajo que dan de comer a las familias de nuestros equipos, esquivamos las dificultades día tras día, para crecer nosotros y hacer crecer a nuestro entorno. Pero, en paralelo, vemos con estupor que todos nuestros esfuerzos parecen caer en saco roto.

Lo digo abiertamente y sin tapujos, porque saben que es el estilo que me caracteriza. Me apena ver que esta situación está abortando oportunidades a nuestros negocios por falta de financiación. Me inquieta saber que las pequeñas empresas estamos perdiendo nuestro poder de decisión sobre los mercados donde comercializar por no tener ni los recursos ni el tamaño suficiente.

Me entristece perder nuestra competitividad y nuestra capacidad innovadora por no contar con el respaldo por parte del Gobierno, de una adecuada política industrial real, que prime el incremento de participación de este sector en el PIB. Me frustra que distribuidores, proveedores o clientes tengan que echar el cierre por una demanda interna que no acaba de reactivarse. Y me asombra la demonización que se está haciendo a la labor de nuestras organizaciones empresariales.

Y todo esto es consecuencia del estado de shock en el que nos encontramos ante una, más que evidente, falta de ética en la forma de hacer. Por lo tanto, es hora de hacer limpieza en profundidad y poner fin a tanto despilfarro, porque está claro que hemos perdido la credibilidad en el sistema.

Es hora de arreglar los desperfectos de una crisis que lleva más de seis años instalada y recuperar nuestra economía de los excesos cometidos en el pasado. Aunque es evidente que desequilibrios tan agudos no van a resolverse de la noche a la mañana.

Es hora de poner freno a las entidades financieras a las que estamos dando excesivas armas para campar a sus anchas en la economía. Porque todos hemos puesto dinero para sanear sus cuentas y el crédito sigue sin llegar a las empresas.

Es hora de empezar a ver los efectos de las reformas en la competitividad, en la exportación, en los indicadores de confianza, en los mercados, en los índices de paro aún en niveles inaceptables. Y para ello es imprescindible devolver el protagonismo a nuestras empresas, a nuestra industria como auténticas locomotoras económicas.

Y cómo no, de escuchar a nuestras entidades representativas para que se pongan en práctica medidas que llevamos años exigiendo. Si tan sólo hubieran prestado atención a un tercio de las que hemos lanzado en FEMEVAL desde esta misma plataforma, las cosas habrían sido distintas y nos hubiéramos ahorrado algún año de crisis.

Es hora de asumir que el Estado del Bienestar sólo se consigue con actividad económica y apoyo a las empresas. Y éstas lo que requieren es de estabilidad jurídica, reducción de cargas fiscales y, sobre todo, medidas de estímulo y reactivación de la demanda interna. Por lo tanto, urge rescatar medidas que han demostrado ser efectivas para nuestro sector como los Planes Renove de Bienes de Equipo, de Rehabilitación de Vivienda, o todas aquellas que posibilitan que nuestras empresas ganen tamaño. Como decía recientemente en mi Blog Institucional, si nos crean el marco adecuado, LOS EMPRESARIOS, SI QUE PODEMOS.

Es hora también, de reindustrializar nuestra economía. Porque los países que mejor han soportado la crisis han sido los altamente industrializados, como Alemania, o los que invierten más del 3% de su riqueza nacional en innovación y desarrollo aplicado a la industria. Una industria que crea mano de obra especializada, estable y relativamente bien remunerada.

Sin embargo, en España hemos vendido fábricas para hacer bloques de viviendas que hoy están vacíos, y seguimos apostando más por otros sectores que por la potencialidad de otros como el metalmecánico. Por eso, esta Política Industrial en mayúsculas, debe de incidir sobre todo en algo que ya he nombrado muchas veces a lo largo de mi discurso. Tenemos un 96 % de empresas que son PYMES o micropymes, a las que les resulta prácticamente imposible internacionalizarse, invertir en bienes de equipo, o acceder a la financiación, con la consiguiente falta de competitividad y precarización que esto conlleva. Debemos generar políticas de cooperación, fusión, etc., para poder crecer. Esa debe de ser nuestra línea de trabajo.

Y, sobre todo, es hora de que pongamos en valor a las organizaciones empresariales, porque hemos entrado en una espiral en la que se está despreciando lo conseguido durante años. Me van a permitir que me detenga en este punto.

Las organizaciones empresariales, no son un fin, sino un medio para ayudar a los verdaderos actores de la economía: las empresas, y los empresarios. Son imprescindibles por su papel de apoyo y defensa de los intereses, sobre todo, de las pequeñas y medianas empresas. Los empresarios necesitamos patronales que debatan y defiendan nuestros intereses sin interferencias. Que negocien las mejores condiciones laborales para nuestros negocios. Y que doten a nuestras plantillas de una formación cualificada.

Ahora más que nunca las organizaciones empresariales tenemos que evidenciar nuestra solidez, madurez y responsabilidad, para hacer frente al descrédito al que pretenden someternos marginándonos de los foros de debate, tratando de restarnos poder en la negociación colectiva y quitándonos partidas destinadas a formación que por Ley nos corresponden.

Son papeles irrenunciables que, una vez más, tenemos que reivindicar. Porque sin negociación colectiva las relaciones laborales serían inestables y generarían conflictividad y agravios comparativos entre sectores, empresas y trabajadores.

Sin formación laboral nuestro tejido productivo no dispondría de las palancas de crecimiento necesarias para hacer frente a un mercado global cada vez más competitivo.

Y sin interlocución la toma de decisiones sería unidireccional en perjuicio de nuestros intereses como empresarios.

Así que, si no existiéramos, tendrían que inventarnos. Debemos recuperar, con mayúsculas, EL SENTIMIENTO DE PERTENENCIA de las empresas a las organizaciones, con argumentos que reafirmen nuestro papel, y que no se vean eclipsados por las malas prácticas de algunos, que no deberían permanecer en puestos de responsabilidad. En FEMEVAL las condenamos por el daño colateral que genera a la mayoría de entidades que trabajamos con transparencia, honestidad y lealtad.

Por lo tanto, si queremos obtener ese reconocimiento social que nos pertenece, tenemos que hacer gala de una trayectoria ejemplar y continuar trabajando en la misma dirección. En FEMEVAL, como interlocutor del metal, vamos a seguir siendo vuestra voz en todas las plataformas en las que tenemos representatividad. Como gestor formativo, vamos a ser todavía más proactivos en la oferta de una formación sectorial innovadora y ajustada a las demandas del mercado que dote a las plantillas de una mayor empleabilidad. Y como parte de la Mesa negociadora, vamos a profundizar en el ámbito de las relaciones laborales para tratar de conseguir un convenio que se ajuste a las necesidades reales de nuestras empresas.

Esta es nuestra hoja de ruta. Ahora emplazamos a la Administración a que revise nuestras relaciones y objetivos, más allá de debates estériles sobre nuestra razón de ser. Este maridaje entre patronal y Administración necesita ser honesto en sus fines y delimitar sus obligaciones. Los poderes públicos deben velar por el interés general y facilitar a quienes creamos riqueza, las herramientas adecuadas para cumplir con nuestra responsabilidad social, y que ésta se traduzca en trabajo y bienestar.

Entre ellas, una mayor participación en la ejecución de las líneas del Plan Industrial que necesita la economía valenciana para 2020. Los pilares del mismo se han reflejado hoy en la Mesa Redonda, a través de nuestros premiados. Gracias porque vuestra visión estratégica es el mejor ejemplo de que nuestras empresas son valientes y saben hacer las cosas bien. Y nos enorgullece que lideréis el camino que debe marcar el futuro de nuestro sector.

Para finalizar, estimado Conseller, permíteme que haga mías unas palabras tuyas que leí recientemente en una entrevista. En ella señalabas que tienes tu propia regla nemotécnica para avanzar: las tres “efes”: formación, financiación y facilitar las gestiones, y las tres “ies” internacionalización, inversión e innovación.

Estamos en perfecta sintonía y con esta regla alcanzaremos grandes acuerdos.  Hemos avanzado juntos y valoramos vuestro esfuerzo personal. Habéis ido reduciendo considerablemente la deuda que teníais contraída con nosotros desde la legislatura anterior. Pero queda mucho camino por recorrer y muchas incógnitas que despejar. Tenemos un semestre por delante para hacer un sprint y consensuar iniciativas, para que esta legislatura nos deje un buen sabor de boca.

Te tendemos, una vez más, el testigo de nuestra madurez empresarial, nuestra capacidad de diálogo y nuestra proactividad para plantear soluciones que nos permitan dar un paso firme al frente.

Sin más, reitero mi enhorabuena a los premiados y a todos vosotros, los empresarios del metal que día a día engrandecéis a nuestro sector.

Muchas gracias.